I Carrera integral extreme de Las Batuecas (Salamanca)
… o la macro pista americana, ¡vaya circuito salvaje que nos encontramos!
A la tercera va la vencida.
Tres años, tres, llevaba el amigo José Antonio intentando engañar a alguien más que a él mismo para realizar esta actividad (4 h 20´ el primer año y 3 h 40 ´ el segundo).
Y este año ha tocado.
Yo no lo tenía claro, por aquello de la falta de entrenamiento… pero por probar algo nuevo y por acompañar a los amigos, pues ahí nos plantamos, ¡más chulos que un ocho!
2 de diciembre, día para marcar en el calendario. Es el día que más he sufrido en una carrera, ¡con diferencia!
Amaneció una gélida mañana aderezada con niebla, mucha niebla. Salimos de Peñaranda Carlos Elías y yo, a la búsqueda de otros dos locos que nos esperaban en Aldeatejada, José Antonio (padre de la criatura) y Javi 4000. Gabi y Agustín, por distintos motivos, no pudieron acompañarnos.
Entrando a La Alberca se hizo realidad lo que nos venía contando Jose durante varios kilómetros, y nosotros no nos creíamos: a partir de ahí desaparecería la niebla para quedarse un día soleado. Y así fue; estupendo.
Preparación, agua, barritas, ropa y zapatillas de recambio, mochilas a la espalda y a darle a las patucas.
¿Estamos seguros? ¿Estamos convencidos? ¡¿Toda la integral de Batuecas corriendo?!
Bajada por el Reventón, a ratos por el camino y a ratos en línea recta, entre los brezos, jaras y escobas… ¡El de Villarino está loco, que forma de bajar! Menos mal que este tramo lo bajamos con chubasquero y pantalón largo… Atravesamos muchos tramos en los que no se nos veía, pues la vegetación nos absorbía, a la vez que nos escupía gran cantidad de agua que había acumulado durante la noche y los días anteriores de lluvias. Lo de las piedras es otra historia, ¿aquí cuándo barren?, je, je,… Algo menos de 30 minutos invertidos para bajar hasta el monasterio. ¡Y yo ya llegué como Rambo, que no sentía ni las piernas!
Unos tramos más o menos llanos hasta la presa, ¡qué placer!
Barrita. Trago de agua y nos vamos para arriba, más arriba, más arriba, más arriba,… ¡Aquí no se para de subir!
¡Vaya inclinación! A partir de estos tramos de subida yo no tenía ningún convencimiento de que fuera a terminar la actividad. Y para colmo, comenzamos una interminable pista americana, eso sí, natural y a lo bestia. Piedras y más piedras, árboles caídos, maleza que se come los senderos, más piedras, piedrecitas, grandes piedras, pedreros inmensos,… Y hasta llegar a Los Puertitos todo pica para arriba.
Por la zona de los últimos pedreros yo ya estaba desfondado, ni siquiera podía tirar en las pequeñas subidas, por eso en Los Puertitos (2 h 19´), cuando tocamos suelo llano, mis piernas lo agradecieron mucho, mucho y mucho.
Cambio rápido de camiseta y comenzamos a bajar. Parecía que a partir de ese momento todo iba a ser mucho más fácil… Pero nada más lejos de la realidad. Parecía que estaba aprendiendo a andar, je, je,… las piernas no daban más de sí…
Y para colmo nos confundimos de pista, ¡cosas de la vida!, por lo que bajamos hasta La Alberca en lugar de subir por detrás de la Peña del Huevo hasta el Portillo. Yo, encantado, je, je,…
Javi y Jose subieron por la carretera, marcando Javi arriba un tiempo de 3 h 8´. Carlos, que se quedó a esperarme, y yo, en La Alberca, 3 h 14´.
Los 4 valientes, o locos, desafiamos esta larga ruta, con una distancia que habrá rondado los 22-25 kilómetros y unos desniveles que no quiero ni pensar (menos mal que se me olvidó el gps en casa, mejor no ver esos perfiles).
El próximo año, que volveremos, espero que, al menos yo, pueda estar mejor entrenado, tanto para la carrera como para la comida de después (¡dejamos parte del chuletón encima de la mesa, cachis!)
Y al final de la carrera, después de la ducha en Sequeros, se insinuaban nuevas propuestas “X”, tanto con la btt, como corriendo o subiendo a no sé qué picos y montañas,… ¡Están locos estos romanos!
Esta espinita me ha quedado clavada y espero poder sacármela el próximo mes de diciembre, disfrutar más sufriendo menos... ¿Se animará alguien más para entonces?