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Aproximación al Espigüete (Montaña palentina)

Aproximación al Espigüete (Montaña palentina)
El pasado fin de semana (30, 31 de marzo y 1 de abril de 2007), a pesar de que las previsiones meteorológicas no lo aconsejaban, decidimos acercarnos a la montaña Palentina. Básicamente íbamos buscando la nieve que el extraño invierno nos había negado en nuestro querido Gredos.
Así que allí nos plantamos el amigo Joaquín, José Antonio el de Villarino y Carlos Elías, el resto de habituales (Lillo, Miguel, Julián,..) por diferentes motivos no pudieron acompañarnos.
Nada más llegar al aparcamiento en la base del Espigüete nos dimos cuenta de que las previsiones se cumplían, a ratos llovía a ratos nevaba, acompañado de fuerte viento. Aun así decidimos hacer ruta nocturna en busca del refugio que ninguno conocíamos, pero que aparece en los mapas relativamente cerca. Afortunadamente a ratos las nubes dejaban ver una luna casi llena que nos permitió encontrarle sin problemas; éste se encuentra escondido tras una elevación del terreno y próximo a la pista que sube por el valle. Todo el tramo lo hicimos pisando nieve.
El refugio es estupendo, limpio, bien cuidado, con chimenea (lástima de no haber previsto subir leña), dispone de una zona baja con mesa y bancos y un altillo donde poder dormir. Además esta situado en un sitio privilegiado con unas vistas impresionantes del corredor noroeste.
Al amanecer se podía apreciar el tiempo cambiante y los fuertes vientos que levantaban la nieve en la arista.
Después de descender desde el refugio en busca de los trastos que habíamos dejado en el coche, iniciamos la ascensión al Espigüete por su arista este desde el aparcamiento, al inicio directamente (un sobreesfuerzo innecesario puesto que al poco de iniciar la senda del Mazobre se enlaza con la arista) hasta alcanzar la arista para después seguir los hitos. El estado de la vía no era el más idóneo, debido al hielo y la nieve en muy mal estado. La ventisca que por momentos tomaba fuerza nos hizo tomar la decisión de abandonar el ascenso para "escapar" por un terreno no muy evidente al refugio en que pernoctamos la noche anterior, este "escape" nos obligó hacer uso de la cuerda y progresar en ensamble con seguros intermedios para poder movernos con seguridad por un terreno en bastante mal estado.
Después de "escapar" y haber repuesto energías en el refugio, decidimos llegar hasta la cascada del Mazobre ubicada al fondo del valle. Nos pusimos las raquetas (¡qué maravilla!) y a pesar de que comenzaba a nevar con intensidad iniciamos la marcha disfrutando de las sensaciones que se nos mostraban a cada paso, lo de las raquetas fue un acierto que debemos a Joaquín. Después de unas dos horas de marcha llegamos al fondo del valle acompañados de un grupo de rebecos desafiantes progresando con insultante facilidad por las rocas y la nieve.
En un momento que el cielo abrió disfrutamos de unas vistas espectaculares de la cara norte, donde vemos que alguien desciende por la canal norte (¡cómo lo habrá pasado con la ventisca que había!). Deshacemos el camino y regresamos al aparcamiento, allí coincidimos con quien bajaba por la canal norte, el cual nos hace un relato de lo que había pasado que nos pone los pelos de punta, ¡¡¡fue un acierto abandonar la pared!!!  Desde la cascada del Mazobre habíamos observado que el montañero permanecía demasiado tiempo inmóvil al inicio de la pala, estuvimos pendientes de él hasta que reanudó la bajada con aparente normalidad, después nos confesó que ese parón se debió a la necesidad de recuperarse física y emocionalmente de la mala experiencia que había tenido cerca de la cumbre, en medio de una tormenta de nieve, de tal magnitud que no supo dónde estaba hasta que no se encontró bajando por la Norte ¡cuando en realidad él pensaba que bajaba por la arista en dirección al refugio!
Un ejemplo más de lo que puede pasar cuando la montaña nos ofrece su peor cara, aun cuando creamos conocerla suficientemente (este amigo era la sexta vez que subía este año al Espigüete).
Bajamos al pueblo para bebernos esas cervezas con tanto esfuerzo merecidas. Cenamos, comenzaba a nevar de nuevo, pero es que nuestro amigo Carlos le tiene más vicio a la nieve que las cabras al monte por lo que regresamos a pernoctar a ese maravilloso refugio descubierto el día anterior, 40 min de aproximación, todo un acierto puesto que el amanecer del día siguiente nos dejo ver unas vistas espectaculares del Espigüete; no había una sola nube.
Añadir a todo esto la gran cantidad de rastros de animales que pudimos observar en la nieve recién caída, ciervos, zorros, rebecos, incluso lobo.
La nieve recién caída durante gran parte de la noche desaconsejaba cualquier intento de subir, así que dedicamos la mañana para acercarnos al Curavacas, llegamos hasta la base pisando nieve blanda y pudimos observar sus largas canales, quedando citados para una nueva ocasión.
En definitiva, bonito fin de semana, en el que nos hemos hartado de nieve y condiciones "invernales". El Espigüete seguirá ahí, acompañado de otros picos de la Montaña Palentina y nosotros iremos para disfrutar de ellos.
Fotos .
 
 
Relato de acontecimientos por José Antonio Martín Conde (el de Villarino) y Carlos Elías Gómez Jiménez

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